jueves, 26 de julio de 2012

SEXUALIDAD Y NOVIAZGO

A lo largo de nuestra existencia las personas nos manifestamos como seres sexuados. En la adolescencia, el ser biológico alcanza su madurez sexual, por lo que los padres deben ser más cuidadosos en el tratamiento de este asunto.

La sexualidad del adolescente y sus elecciones al respecto son resultado de su recién descubierto impulso sexual, aunque también influyen factores sociales, culturales, familiares y materiales, así como sus valores personales, su autoestima y su proyecto de vida. A los padres les corresponde brindar y forzar la formación y la información con que cuenta el adolescente, buscando que cada hijo posea aquellos recursos que requiere para que la práctica de su sexualidad sea una decisión autónoma resultado de una profunda reflexión.

Al llegar a la adolescencia la mayoría de las personas experimentan una fuerte y desconocida atracción por representantes del sexo opuesto, trátese de compañeros o compañeras de la escuela, vecinos, amigos, o amigos de los hermanos mayores, profesores, artistas, etc. A ese sentimiento le llamamos enamoramiento.

Al enamoramiento que surge en la adolescencia lo define así la Enciclopedia de Psicología: "atracción irresistible hacía una persona que llega a absorber casi por completo. Emoción, pasión y sentimiento se entrelazan entre sí, provocando entusiasmo erótico y necesidad de una relación interpersonal. Con el deseo y la afinidad se asocia un estado de -encantamiento- por una persona concreta, que es percibida como única e insustituible, promoviendo impulsos de unión, entrega, posesión y gozo con el otro. Los sentimientos de ternura y de reciprocidad se unen a la fantasía y las actitudes de proximidad, contacto y compromiso. Se trata de un evento parecido a la adicción, va acompañado de un estado fisiológico de exaltación que sobreviene con taquicardia, respiraciones más rápidas, oleadas de calor y euforia, todo ello provocado por la presencia física o mental de la persona amada..."

Descubre a tu adolescente. Castrejón N.